En momentos en que la educación en Venezuela, especialmente la pública que es a la que van las mayorías, languidece, y la educación de los pobres continúa siendo una muy pobre educación, debemos recuperar el espíritu y el coraje de Simón Rodríguez, Maestro no sólo del Libertador, sino de la América entera.
En tiempos en que la educación era un privilegio al que sólo tenían acceso los niños varones, blancos y de las clases privilegiadas, Simón Rodríguez se atrevió a proponer la educación popular, es decir, abierta a todos. Como estaba muy consciente del escándalo que debía suponer una educación para el pueblo, sobre todo para los marginados y despreciados, -los indios, los cholos, los negros, los que bota la inclusa-, en una nota de la edición de Lima de 1842 de su obra “Sociedades America