El hambre no es una condición natural de la humanidad ni una tragedia inevitable, sino el resultado de las decisiones de los gobiernos y los sistemas económicos que han optado por ignorar las desigualdades. O incluso por promoverlas.

El mismo orden económico que niega a 673 millones de personas el acceso a una alimentación adecuada permite que un selecto grupo de 3 mil multimillonarios controle 14.6 por ciento del producto interno bruto (PIB) global.

En 2024, las naciones más ricas contribuyeron a impulsar el mayor aumento de gastos militares desde el fin de la guerra fría , que ascendieron a 2.7 billones de dólares ese año. Sin embargo, no cumplieron el compromiso que habían asumido de destinar 0.7 por ciento de su PIB en acciones concretas para promover el desarrollo en los países má

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