El aire tenía perfume a humo y a hierbas tostadas. Apenas se cruzaba la entrada del Museo de Arte Contemporáneo Atchugarry, en Punta del Este , un colgante con una gran copa de vino se convertía en pasaporte a un viaje sensorial. La música electrónica suave se mezclaba con el murmullo de las copas que se llenaban una y otra vez. El paisaje era parte del menú: la naturaleza, las esculturas de mármol, los puestos desperdigados bajo el sol que dio tregua después del temor a que llueva.

Así empezaba la novena edición del Punta del Este Food & Wine , el festival que volvió a reunir a chefs de distintas partes del mundo en un encuentro de alta gastronomía, vinos premium y cultura, y que fue casi un lanzamiento informal de la temporada de verano.

El público se dejaba guiar por los aromas: b

See Full Page