Indudablemente que la desgarradura que le ha propinado la crisis multifacética, del ya largo abandono de la modernidad al sujeto común (ese que ha sido víctima de la universalización de los principios europeos que comenzaron a regir desde los inicios de esa época y se han desplazado hacia la llamada posmodernidad, esto es: que arrojó, por lo mismo, la indiferenciación de los individuos haciéndolos caer progresivamente en los moldes del hombre-masa, la cosificación de las relaciones sociales, etc.) ha permitido la producción de culturas que perviven en un permanente temblor y caída de sus valores históricos y, por tanto, en un permanente forcejeo de preservación de sus identidades que pretenden ser borradas a través del auge de las llamadas redes sociales, la inteligencia artificial y movim

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