Durante siglos condenada como la traidora que ayudó a derribar un imperio, Malintzin—más conocida como La Malinche—vuelve al centro del escenario en México. A medida que comienzan nuevos eventos culturales, historiadores, feministas y pensadores indígenas se preguntan si su verdadero legado es la traición, la supervivencia o una audaz muestra de agencia.

Una mujer de muchos nombres y pocas opciones

España la llamó Marina. Los pueblos nahuas la recordaron como Malintzin. Más tarde, la nación la marcó como La Malinche—un nombre afilado hasta convertirse en insulto. Cada etiqueta cuenta la misma historia: nunca se le permitió nombrarse a sí misma.

Nacida alrededor del año 1500 en lo que hoy es el sur de México, hablaba náhuatl, oluteco y más tarde varios dialectos mayas, antes de aprender

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