El Barça es una moneda al aire. Los blaugrana son un equipo desconcertante que peca de indolente ante cualquier rival aguerrido, deslavazado y sin compromiso, pero al siguiente partido se codea con los mejores de Europa. Una irregularidad impropia de un aspirante a títulos que un día cabrea al más culé y al otro le saca una sonrisa ilusionante. Este martes tocó lucir la mejor versión para ganar al Maccabi Tel Aviv (71-92) en el campo neutral de Belgrado, en el mítico Pionir. Los de Peñarroya volvieron a ponerse el esmoquin de la Euroliga, en desuso en la ACB, y esta vez combinaron su habitual derroche ofensivo con el mono de trabajo.
Las lagunas defensivas, con una media de 97 puntos encajados, estaban siendo un lastre. Quizá por esta razón, Peñarroya dio la oportunidad a Sayon Keita, d