Por Ignacio Fidanza: Hay que remontarse a Branden o Perón para encontrar una injerencia tan desfachatada de Estados Unidos en un proceso electoral argentino. Aquella vez, el embajador Spruille Braden funcionó en los hechos como el gran articulador de la oposición a Perón y Estados Unidos sufrió una derrota tan humillante que hasta el día de hoy el peronismo es mala palabra en el sistema político norteamericano.
Pero la administración Trump no se destaca por su prudencia ni por su interés por la historia. Aunque hay que reconocer que esta vez tuvieron la prudencia de “privatizar” la cara visible de su injerencia política. El enviado de Trump no es el embajador sino el lobbysta Barry Bennett, que encabeza en los barrios elegantes de Buenos Aires reuniones con funcionarios del gobierno y lí