Por Eladio Solarte Pardo

Parece una gran ironía, pero desde que tenemos uso de razón y desde que hemos vivido en Popayán, en donde aprendimos a quererla, servirla y respetarla en toda la acepción de la palabra, hemos sido testigos del gran gesto de compromiso y pertinencia de muchos, muchísimos “patojos” por nacimiento o por adopción, de fe inquebrantable por esta tierra maravillosa y afectiva.

Y ha sido, sin duda alguna, esa actitud altruista y ejemplarizante la piedra angular en que descansa la grandeza de Popayán, como ofrenda de sus hijos magníficos. Ellos han sido los encargados de ayudarle a pensar o salir de sus apuros que, en todo tiempo no han faltado, de diseñar o sugerir decisiones estratégicas, coordinar o proponer equipos de trabajo, establecer o formular políticas o procedi

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