La 5ª Semana Nacional contra la Corrupción, celebrada en el Estado de México la semana pasada, nos ha dejado un diagnóstico claro: la ciudadanía todavía no confía en las políticas de transparencia y anticorrupción porque no percibe aún resultados concretos. Este escepticismo es un llamado de atención que nos obliga a transitar de la discusión a la implementación de acciones medibles y efectivas.

El principal reto estructural, como se debatió, radica en el tema de las contrataciones de obra pública y las adquisiciones, áreas donde se ejerce la mayor parte del presupuesto. Si hay falta de transparencia en estos procesos no solo se fomenta la corrupción, sino que también se limita la competencia justa para las micro, pequeñas y medianas empresas. Un segundo desafío crítico es la fragmentació

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