Desde que la coalición parlamentaria colocó a José Jerí en la Presidencia de la República, lo único que han procurado es repartirse el poder. Han pasado cinco días de improvisaciones y negociaciones a puertas cerradas, para finalmente presentar al país un gabinete que, según la mayoría, no representa ningún cambio, aunque sí la continuidad del mismo desgobierno.

Un presidente del Consejo de Ministros que se ha dedicado a acusar de subversivos y terroristas a ciudadanos que legítimamente marchan, y que ha sostenido, sin matices, una línea de defensa permanente al Gobierno recientemente vacado, es señal inequívoca de que nada ha cambiado.

La población exige de diferentes maneras una renovación que apunte efectivamente hacia una reconciliación nacional. En efecto, fueron los deseos del prop

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