El Premio Nobel de Paz a María Corina Machado es más que un galardón personal: es una advertencia moral al autoritarismo. Venezuela no solo recibe un Nobel; recibe un espejo que refleja 25 años de erosión institucional. Una resistencia que ha sobrevivido a la censura, el exilio y la cárcel de la palabra.

El reconocimiento llega mientras América Latina discute su rumbo entre populismos, Venezuela se convertía en un símbolo de la indiferencia. El Nobel a Machado no es un premio a la oposición, sino al concepto mismo de resistencia en sociedades donde disentir es peligroso. La defensa del gobierno de Gustavo Petro a Nicolás Maduro cada vez luce peor.

A diferencia de los laureados clásicos de Oslo, Machado no lidera un movimiento pacifista tradicional. Su “arma” es la persistencia cívica. Du

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