
Los carteles pintados a mano transmiten una energía que los montajes digitales no alcanzan. Cada trazo refleja la interpretación personal del artista, el modo en que la historia se traduce en formas y luz. En una época en la que los estudios confían en algoritmos o en programas de inteligencia artificial para generar imágenes promocionales, los viejos carteles de cine parecen objetos de otro tiempo .
Representaban l a esencia de la película con un trazo de lápiz y color , sin capas de retoque ni rostros repetidos de actores en pose heroica. Esa manera de concebir la imagen resume el talento de Drew Struzan , un creador que convirtió el arte publicitario en iconografía.
Convirtió cada encargo en una declaración de amor hacia las películas
Struzan falleció el 13 de octubre de 2025 a los 78 años tras varios años con Alzheimer , según comunicó su cuenta oficial de Instagram. La noticia generó homenajes inmediatos de cineastas como Steven Spielberg, George Lucas y Guillermo del Toro . Tal y como publicó Variety , Spielberg escribió: “Sus carteles convirtieron muchas de nuestras películas en destinos , y el recuerdo de esas películas y la edad que teníamos cuando las vimos siempre nos viene a la mente con solo echar un vistazo a sus icónicas imágenes fotorrealistas ”.
El cartel de Star Wars fue su primer gran golpe de efecto. En 1978, Struzan colaboró con Charles White III para el reestreno de la saga. Él se ocupó de los personajes y White de las naves. El resultado se convirtió en una pieza de culto. La composición presentaba a Luke y Leia en el centro, rodeados por Darth Vader, los simpáticos robots principales y la maquinaria galáctica que definiría el imaginario de la saga. Desde ese momento, la estética de Struzan se identificó con la aventura imaginada por Lucas, ya que hizo muchos más carteles.
Su trabajo en Regreso al futuro consolidó su prestigio. Robert Zemeckis l e pidió que representara la esencia del viaje temporal en una sola imagen. Struzan pintó a Michael J. Fox con un pie dentro del DeLorean y el reloj marcando el instante justo antes del salto. La imagen captó el impulso de la historia y se repitió en las tres entregas de la saga con pequeñas variaciones que mantuvieron la coherencia visual.
Con Indiana Jones y el templo maldito , su relación con Spielberg y Lucas alcanzó otro nivel. El artista reflejó la acción, el calor y el riesgo de la película en una composición vertical que guiaba la mirada del espectador desde el rostro del protagonista hasta el fuego que rodeaba su silueta. Cada detalle condensaba aventura y movimiento, como se puede ver en las zonas donde lucha contra espadas o acompaña a elefantes.
El cartel original de Blade Runner , pintado por Struzan en 1982, convirtió la oscuridad del futuro en un paisaje emocional. Harrison Ford aparece en primer plano, con el rostro parcialmente iluminado por un resplandor azul que sugiere la lluvia y la soledad de la ciudad. A su lado, la figura de Sean Young equilibra la composición con una mirada fría y enigmática. Detrás de ellos, la lluvia cae sobre un fondo de neones y reflejos que condensan el clima visual del filme. Struzan captó la mezcla de melancolía y peligro que define el universo de Ridley Scott y convirtió esa estética en el emblema del cine de ciencia ficción de los años 80 .
Con E.T. El extraterrestre , Struzan ofreció una imagen más introspectiva que el cartel original de 1982. Representó al personaje en el bosque, iluminado por el haz de luz de la nave que desciende del cielo. La escena no busca el asombro, sino la despedida . El resplandor anaranjado del pecho de E.T. contrasta con el azul nocturno del paisaje y concentra toda la emoción del reencuentro. La composición transmite serenidad y una melancolía luminosa que condensa el sentido final de la película.
A lo largo de su carrera, Struzan firmó más de 150 carteles , como la primera película de Harry Potter o Los Goonies . En una entrevista con Los Angeles Magazine en 2014 explicó su método: “Si quieres una historia, ve a ver la película. Es puro sentimiento en lugar de todo lo demás”. Trabajaba con fotografías del rodaje, trazaba los personajes a lápiz, aplicaba negro y textura con un cepillo de máquina de escribir , y finalmente añadía color con aerógrafo y lápices .
Su muerte ha cerrado una etapa en la que el cartel cinematográfico servía de puente entre la historia filmada y la imaginación del espectador . Actualmente, cuando los estudios confían en programas de inteligencia artificial para crear imágenes promocionales, el legado de Drew Struzan recuerda que la emoción del cine también puede nacer del trazo humano.