En ambos lados de la sala, parados y a la espera, los pesos pesados del Gobierno ruso y sirio esperan la entrada de los dos presidentes. Ambos, al llegar al centro, se dan la mano, y mientras Vladímir Putin , saluda a los miembros del Ejecutivo sirio, Ahmed al Sharaa hace lo mismo con los rusos.

Hace un año, Al Sharaa vivía escondido en el norte de Siria , y su rutina consistía en viajar, sin aparecer públicamente, de lugar secreto a lugar secreto, evitando los bombardeos rusos constantes ordenados por los hombres a los que este miércoles ha dado la mano.

Hace un año, Putin aprovechaba cada ocasión para llamar "terrorista" a todo miembro de la oposición siria, y prometía apoyo incondicional e indefinido al entonces presidente sirio , Bashar el Asad . Este miércoles en Mosc

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