Pobre Estado de México: en tiempos de calor, la población sufre sed; en tiempos de lluvia, se inunda. La paradoja persiste no por culpa del clima, sino de la gestión. Tras la crisis de sequía que vació presas y provocó cortes en el Cutzamala, las lluvias de septiembre elevaron los niveles a casi 90 %, pero la abundancia no se tradujo en abasto. José Arnulfo Silva Adaya, titular de la Secretaría del Agua, y Beatriz García Villegas, vocal ejecutiva de la CAEM, no supieron administrar ni la carencia ni la plenitud. En ambos escenarios, la respuesta institucional fue lenta, confusa y sin planeación territorial. Su desempeño no aprueba la mínima evaluación técnica ni política: el Estado sigue sin una política hídrica integral, sin mantenimiento eficiente de redes y sin previsión ante extremos c
El agua que ahoga y la sed que no acaba

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