Glastonbury es más popular que nunca, pero las quejas sobre su cartel revelan un gran desafío
Adrian York*
El festival de Glastonbury, que se celebra cada junio, cerca de Pilton, en Somerset, es un pilar del verano inglés tan importante como el tenis en Wimbledon o la ópera en Glyndebourne.
Se trata de un rito de iniciación para la clase media blanca, un triunfo fácil para quienes buscan la aprobación de sus colegas y el capital cultural que conlleva el precio de una entrada. Es caro y exclusivo, y la política de reservas refleja a su público.
Los cabezas de cartel de este año incluyen a los ídolos del pop-rock indie The 1975, la supremacía de la chica furiosa Olivia Rodrigo, la superestrella de la vieja escuela Neil Young y el favorito de la familia Rod Stewart, quien ocupará el puest