El caso del futbolista israelí Shon Weissman, vetado en el Fortuna Düsseldorf por la presión de sus hinchas.

En la vida todo es intercambiable. Quien necesite un corazón, un riñón o un hígado piensa instintivamente en un fin de semana largo. Constituye, por desgracia, un espacio de tiempo propicio para los accidentes de tráfico. Si todos los órganos del cuerpo son intercambiables se debe a que su interior carece de ideología. O eso es lo que creemos. Si un militante progresista recibe un trasplante de corazón de un devoto de Milei, se supone que ante el eventual rechazo este será inmunológico y no político. O no. Tal vez el nuevo corazón bombee al cerebro un flujo renovado de sangre autoritaria que te fuerce a cambiar de pensamiento. “Así, mirando y mirando, así empezó mi ceguera”, di

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