Japón se encuentra en una encrucijada, atrapado entre las exigencias de su principal aliado y una crisis interna que amenaza con paralizar el país. Desde Estados Unidos, la Administración del presidente Donald Trump eleva la presión sobre Tokio con dos exigencias de gran envergadura : que corte de raíz sus importaciones de energía procedente de Rusia y, simultáneamente, que incremente de forma considerable su inversión en defensa.

Además, el calendario diplomático no da tregua. El Gobierno japonés necesita nombrar un nuevo primer ministro con urgencia para recibir a Trump, cuya visita oficial al país es inminente. Sin embargo, el tablero político nipón es ahora mismo un polvorín. La coalición que el gobernante Partido Liberal-Demócrata (PLD) mantenía con la formación centrista Komeito

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