Ángela Tavera
Somos parte de una generación que ha tenido que reinventarse una y otra vez.
Ser mujer ya no significa permanecer en silencio ni cumplir un papel escrito por otros; hoy ser mujer es escribir nuestra propia historia, con las manos llenas de sueños y a veces también de cansancio.
Ya no somos solo las guardianas del hogar:
Somos madres que estudian de noche, mujeres que trabajan sin descanso, que crían con ternura y luchan con dignidad, que se atreven a opinar, a decidir, a ocupar espacios donde antes no se escuchaba nuestra voz.
Pero este camino no ha sido fácil. En cada paso hemos dejado algo: el tiempo para nosotras, los abrazos que se aplazan, el descanso que siempre parece esperar.
Hemos ganado derechos y reconocimiento, sí, pero también hemos sentido el peso de tener