El mercado negro en México no surge de la nada. Los productos ilegales que terminan en las manos del consumidor —cigarros de contrabando, bebidas adulteradas, ropa falsificada, electrónicos o medicinas apócrifas— siguen una ruta bien definida que comienza en grandes contenedores internacionales y termina en la tiendita de la esquina. El camino revela la enorme capacidad logística del crimen organizado , la fragilidad de las aduanas mexicanas y la falta de acción de la autoridad para detenerlo.
“Las bandas de contrabandistas tienen muchos recursos para vulnerar nuestras fronteras. Llega mercancía por Lázaro Cárdenas, Manzanillo, Altamira, Tijuana, Laredo y hasta por el aeropuerto de la Ciudad de México”, explica Cuauhtémoc Rivera , director de la ANPEC.
Según datos de un estudio del