Aunque haya algún iluso que piense que existen soluciones sencillas para resolver grandes problemas, espero que al menos no creyera, cuando se anunció el alto el fuego en Gaza, que el conflicto había llegado a su fin. Evidentemente, hoy estamos mejor que hace una semana y el silbido mortífero de las bombas ha dejado de sonar, pero estamos muy lejos de presenciar el ocaso de esa lucha desgarradora, si es que existe final para un enfrentamiento histórico cimentado en el odio más visceral. Estuve tentado de hablar sobre el alto el fuego la semana pasada, pero preferí esperar a que el polvo de los edificios derruidos en Gaza dejara de nublarnos la vista y los llantos de los familiares al enterrar a sus seres queridos dejaran de ser la banda sonora trágica de este pedazo de tierra tan important

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