En Navarra, la diversidad lingüística no es una amenaza, sino una oportunidad. Una oportunidad para construir puentes, para compartir valores y para fortalecer el tejido social que nos une como comunidad. En una tierra que convive entre el euskera y el castellano –y donde cada vez resuenan más acentos y lenguas del mundo–, la educación se convierte en el lugar donde esa convivencia puede hacerse real.

El reciente encuentro organizado por la Cátedra Aprender-Ikasi de la Universidad Pública de Navarra y el Instituto I-Communitas, bajo el título “Retos lingüísticos e interculturales en Navarra: lenguas de acogida y segundas lenguas”, puso sobre la mesa una cuestión fundamental: ¿cómo garantizar que las lenguas que nos definen como sociedad sigan siendo también lenguas de acogida, lenguas que

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