Todo era más sencillo de comprender en tiempos de Astérix y Obélix. Aparte de que se dopaban legalmente con pócimas mágicas y de que se alimentaban a base de jabalíes, sus adversarios, los romanos, eran externos y además estaban locos. O no tanto. Podemos contrastar la visión que nos proporcionaron Goscinny y Uderzo con la que, más dramático, nos brindó Julio César en La guerra de las Galias y, seguramente, tendremos un juicio un poco más equilibrado. No como ahora, que, según dicen, no hay quien se aclare con lo que sucede en Francia. Hay quien, no sé por qué, me pide opinión al respecto, quizá por mi francofilia declarada, e incluso mi amigo Christophe Dubois me sugiere que elija uno de entre los siguientes adjetivos para definir el panorama de la política francesa: esperpéntica, grotesc
Galias

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