El sonido de los cascos sobre el asfalto ya es solo un recuerdo. Málaga ha puesto fin a los coches de caballos como transporte turístico y, con ello, a una imagen que durante décadas formó parte de su paisaje urbano. Las licencias se han extinguido , los carruajes han desaparecido de la plaza de la Marina y de la calle Larios, y los establos de Teatinos se preparan para cerrar definitivamente. En medio de ese cambio histórico, una mujer francesa afincada en Mijas ha movido cielo y tierra para que los últimos caballos no terminen en el matadero o yendose a otra ciudad a realizar la misma labor.

Anne Blitz, jubilada de la Comisión Europea y presidenta de la asociación Burrito y Caballo Libre , supo hace apenas una semana que los cocheros estaban vendiendo a sus animales. “Me avisaro

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