Al comienzo de un poema llamado Ciudad Pronto (ya mismo), Mercedes Cebrián escribe: “Al final, lo redujeron todo/a extrarradio/y quitaron el centro”. Hay algo en la poesía de Cebrián, al menos para mí, que resuena lejanamente a la tradición de autores como Jaime Gil de Biedma, cruzado por un fuerte pensamiento sobre lo urbano. De hecho, en el poema en cuestión, se lee: “Yo he conocido el centro: sonará cacofónico/pero el centro era altrezzo, decorados variables –cerraron este bar, /abrieron una agencia/de viajes– para un estrellato/modesto, adaptado a nosotros”.
Los cambios urbanos entre Gil de Biedma y Cebrián son evidentes. Para Gil de Biedma, el extrarradio, el suburbio, todavía era un lugar extraño, alejado; el lugar de la aventura: “Nada hay tan dulce como una habitación/para dos, cu