La casa estaba en silencio cuando llegaron. Las luces apagadas y en el lugar no parecía haber una fiesta. La vereda estaba iluminada por un farol y solo se escuchaba el ladrido de los perros. Morena Verdi, Brenda del Castillo y Lara Gutiérrez bajaron de la camioneta Chevrolet Tracker perfumadas, sonrientes y despreocupadas. Jamás imaginaron que adentro las esperaba el horror.
En el comedor, guantes de látex estaban listos sobre la mesa, y en el patio había un pozo grande recién cavado, cubierto apenas por tierra suelta. Cada detalle había sido planeado. Desde afuera, para cualquier vecino, la casa parecía tranquila. Sin embargo, resultó ser la escena de una venganza .
El triple crimen no fue un ataque al azar. Los fiscales que investigan la masacre de Florencio Varela sostienen que