Se acercan las elecciones. El próximo domingo se ponen en juego la mitad de las bancas de la cámara de diputados y un tercio de la representación en el senado de la nación. Cualquiera sea el resultado, previsto o imprevisto, devolverá un escenario de empate institucional entre el congreso y el poder ejecutivo. Una tensión de suma cero entre los dos extremos de la grieta que augura dos años complicados para el último tramo de la gestión libertaria. De allí que el interrogante no recaiga tanto en “contar los porotos” entre kirchneristas y libertarios como en intentar dilucidar ¿Sobre quiénes recaerá el poder del desempate? La respuesta roza lo obvio: los gobernadores que logren algún nivel de independencia y cuenten con legisladores propios administrarán peso específico en más de una c
El vacío de la grieta y la oportunidad de los gobernadores

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