La salud mental no puede seguir siendo una conversación secundaria. Es urgente, esencial y puede ser la diferencia entre una vida que florece o una que se apaga en silencio.
Como trabajadores sociales clínicos (LCSW-S, por sus siglas en inglés) y supervisores en Texas, acompañamos a muchas personas en sus momentos más vulnerables. Hemos visto cómo el dolor emocional, cuando no se atiende, se convierte en desesperanza. Pero también hemos sido testigos de cómo, con apoyo adecuado, muchas personas recuperan sentido y esperanza en sus vidas. Es en esa brecha donde el trabajo social clínico puede, literalmente, salvar vidas.
Hablar de suicidio es incómodo, pero callarlo es peligroso. En muchas comunidades, el estigma, la religión o la desinformación hacen que el sufrimiento se oculte. La prev