Antonio López de Santa Anna, uno de los villanos favoritos de la Historia oficial mexicana, promovió en uno de sus periodos como Presidente el establecimiento de un “impuesto a las luces exteriores” con el fin de gravar la cantidad de puertas de cada casa, incluyendo ventanas, balcones, entre otros. El propósito de dicho impuesto era obtener ingresos por la luz solar que ingresaba a las casas a través de estos espacios. En su momento, dicho impuesto sirvió para poder cubrir los gastos que las guerras generaban.
Si bien la medida podría parecer absurda, más absurdo resultaba el gravamen impuesto a los dueños de perros, mismo que si se omitía, podía generar una multa fiscal e incluso sacrificar al animal en cuestión.
Ese hecho se utiliza hoy como ejemplo de un gobierno excesivo y autoritar