Cuando regresó al poder el pasado mes de enero, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, fiel a su descarada retórica, prometió algo que sonaba casi a mesiánico: detener todas las guerras activas en el mundo. Aseguró que pondría fin a los conflictos que sus predecesores habían alimentado y que EEUU dejaría de ser el «policía de La Tierra» para convertirse en su pacificador. Hasta el momento, su carrera por construir un planeta libre de contiendas va en la dirección correcta. O al menos eso es lo que él promulga.

Con la firma hace unos días del acuerdo de paz en Gaza ante numerosos líderes europeos y árabes, el dirigente republicano se ha apuntado el último tanto en su casillero y se ha vanagloriado de parar, al menos por el momento, una guerra abierta desde hace más de dos años y qu

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