La gente está que ya ni el sol la calienta en el sur del Estado de México. Desde hace días, los municipios de Tejupilco, Luvianos, Amatepec y Tlatlaya viven escenas sacadas de otros tiempo: filas interminables, gente cargando garrafones, transportistas varados y comerciantes preocupados y molestos porque no hay quien les venda gasolina. Pero eso no es lo peor, nadie les ha dado la cara, nadie explica por qué otra vez el sur se queda a la deriva.

Parece que el desabasto de combustible no es solo un gran problema logístico, sino la imagen repetitiva de un abandono histórico. Esta región, tan golpeada por la falta de empleo, la inseguridad y la ausencia de inversión, ahora se enfrenta a otro duro golpe, a otro gran problema: la inmovilidad porque no hay combustible. Aquí, cuando no les frena

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