La Argentina se revela en sus parajes olvidados como un tapiz de emociones contenidas para el turismo , donde las vacaciones se convierten en versos susurrados por el viento. En lugar de las multitudes que invaden los sitios emblemáticos, estos enclaves diminutos prometen un romance con el paisaje y la memoria colectiva. En este caso se trata de un pueblo con apenas 250 habitantes que se erige como un refugio literario en las sierras, atrayendo a soñadores que anhelan la quietud de un mundo detenido en la pluma de poetas del XIX. Este villorrio es un homenaje vivo a la sensibilidad criolla, donde cada piedra parece recitar estrofas olvidadas.

Este pueblo es muy desconocido, pese a estar a pocos kilómetros y ser uno de los más lindos de mundo . Y ese título no es algo subjetivo s

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