El Zócalo capitalino, considerado como símbolo histórico y político de la Ciudad de México, enfrenta desde hace décadas un fenómeno que se ha normalizado: el comercio informal, cuyas cifras muestran que el problema no sólo persiste, sino que se ha extendido.
Entre puestos improvisados, mantas extendidas sobre el piso y vendedores, la postal de este emblemático lugar, se diluye entre el caos.
Lo que antes era punto de encuentro para manifestaciones, celebraciones patrias o paseos turísticos, hoy luce saturado de vendedores que ofrecen cualquier tipo de objetos, algunos de temporada, artículos de higiene personal, ropa, útiles escolares, juguetes y hasta recuerdos turísticos.
El patrimonio arquitectónico queda oculto entre el ambulantaje; el caos es acompañado de vallas que rodean el pala