Cada vez que A. G. Porta (Barcelona, 1954) entra al Bar Colombia, en el distrito de Sant Andreu, siente que está en casa. Hace años que toma el café allí. La prueba está en una de sus paredes, de donde cuelga una foto suya, algo más rejuvenecido. Pero, también, en los recuerdos que acumula, como el concierto que Andrea Motis dio tiempo atrás en el local para los clientes habituales. No es de extrañar entonces que, solo ver a Anna, la hija del dueño, Albert Miró, le regale un ejemplar firmado de su último libro de relatos, El invierno en Millburn (Acantilado), recién salido del horno. “Dile que quiero verlo pronto”, le dice a modo de saludo.
Elegir un sitio que es hogar para hablar de su trabajo parece buena idea. Precisamente porque, en un momento u otro, prevé acabar hablando de algu