La presencia de plomo en la dieta es, en realidad, una constante inevitable. Se trata de un elemento presente en la tierra , el agua y el aire que absorbemos de forma natural a través de alimentos tan comunes como las patatas, la remolacha o las zanahorias. Por tanto, la pretensión de eliminarlo por completo de nuestra alimentación resulta, a día de hoy, una tarea imposible.

De hecho, la polémica sobre qué cantidad se considera segura depende enormemente del baremo que se utilice. En Estados Unidos, por ejemplo, conviven normativas muy dispares. Mientras que la agencia federal (FDA) establece un máximo de 2,2 microgramos diarios para niños y 8,8 para mujeres en edad fértil, la Proposición 65 de California, una de las normativas más estrictas del mundo, rebaja ese umbral drásticamente

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