Saltillo, Coah.- Ozcar Castañeda vivía bajo una filosofía: “ Más vale perderse en la pasión, que perderse la pasión”. Una forma de afrontar la vida que, según sus amigos y colegas del gremio teatral, le permitieron “abordar sus personajes de una forma vital”, como dijo Homero Craig, histrión que aprendió junto a Castañeda bajo la enseñanza de César Luna a finales de los años 70 en Monclova.
Nacido en 1967, Castañeda “fue una gente de teatro, amaba lo que hacía; creía en la magia milenaria del rito, este rito antiguo, donde él se tranformaba en el otro, personificaba, respiraba, hablaba, encarnaba al personaje.
“Daba miedo, daba risa, creaba empatía en el público. Era una bestia escénica… pero también era un gran ser humano, bucaba la sonrisa, el abrazo”, como definió Efrén Estrada,