La vicepresidenta segunda del Gobierno y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, protagonizó un momento inesperado en la sesión de control al Gobierno en el Senado. Durante su intervención, cometió un lapsus que provocó risas y aplausos de la bancada del Partido Popular (PP). Díaz, al referirse a la situación del Ejecutivo, afirmó erróneamente que “queda Gobierno de corrupción para rato”, cuando en realidad intentaba decir que “queda Gobierno de coalición para rato”.
Este desliz ocurrió en un ambiente tenso, donde la oposición cuestionaba la integridad del Gobierno. La portavoz del PP en el Senado, Alicia García, había preguntado a Díaz si consideraba que formaba parte de un gobierno limpio y transparente. En respuesta, Díaz había recordado que el PP votó en contra de la creación de una agencia anticorrupción.
El lapsus de la vicepresidenta fue recibido con entusiasmo por los senadores del PP, quienes se pusieron de pie para aplaudir, lo que llevó al presidente de la Cámara Alta, Pedro Rollán, a intervenir y pedir que mantuvieran las formas. Díaz, visiblemente contrariada, intentó recuperar la compostura mientras los ministros del PSOE permanecieron impasibles.
Fernando Grande-Marlaska, ministro del Interior, defendió a Díaz, explicando que su comentario fue una ironía sobre el calificativo que la oposición utiliza para referirse al Gobierno. El PP, por su parte, no tardó en compartir un video del lapsus en sus redes sociales, acompañándolo con un mensaje que decía: “Por fin dicen la verdad en algo”.
En el mismo pleno, se llevó a cabo la votación para el puesto de vicesecretario segundo de la Mesa del Senado, tras el fallecimiento de Guillermo Fernández Vara. Concha Andreu fue elegida para el cargo con 96 votos a favor y 148 en blanco. El PP, que tiene mayoría absoluta en el Senado, controla la Mesa, lo que le otorga una ventaja significativa en el hemiciclo.
La sesión de control al Gobierno se ha convertido en un escenario de confrontación constante entre el Ejecutivo y la oposición, donde los errores y deslices se convierten en armas políticas. La tensión entre los partidos se mantiene alta, mientras el Gobierno intenta defender su gestión ante las acusaciones de corrupción que persiguen a su socio, el PSOE.