El especialista en retratar personajes 'underground' ha publicado el libro de fotografías 'Disparos en la oscuridad', que Liburuak publica en España a la vez que se exhibe la exposición homónima en Madrid

Bob Stanley: “Detrás de las historias que conforman el nacimiento del pop casi siempre había un negro o una mujer”

Todo comenzó en un concierto de Patti Smith, año 1976. Fue en Los Ángeles, ciudad adoptiva de David Arnoff, fotógrafo especialista en personajes underground cuando dicho término definía tajantemente una condición que comenzó a pervertirse con la llegada del adjetivo “alternativo”. El que quiera discernir la diferencia entre ambos conceptos aplicados a la música pop solo tiene que abrir su libro de fotografías Disparos en la oscuridad, que acaba de ser publicado en España por Liburuak, o visitar la exposición homónima que se inauguró en Madrid hace unos días, en la coctelería madrileña 12 Botellas, y que podrá verse hasta el 9 de noviembre. Asistiendo al huracán que desataba la Smith en los conciertos de sus primeros años, Arnoff comprendió que había llegado el momento de pasar a la acción.

“Siempre había querido fotografiar grupos, incluso cuando era pequeño”, explica por correo electrónico. “Me habría encantado haber podido disparar a los Kinks o a cualquiera de las bandas de los 60 que me gustaban, pero era demasiado joven para hacer algo así. Pero cuando vi a Patti [Smith], me pareció que hacerlo era ya algo viable”. El destino se encargó de propiciar el resto. Su familia se mudó de Cleveland a Los Ángeles justo en el momento en que el punk florecía en la ciudad. Y Arnoff tuvo la oportunidad de documentar aquel nacimiento con su cámara. Los conciertos, los grupos y eso que los angloparlantes definen como scenesters, los personajes que pululan por una escena artística.

“Fue muy divertido e inspirador, porque todo estaba ocurriendo tras el periodo de calma de los primeros años 70. Solamente en Los Ángeles había cerca de 30 pequeñas salas. Asistía a un promedio de dos o tres conciertos a la semana. Las actuaciones de The Damned en el Starwood fueron un poco como el detonante”, explica a elDiario.es. “A partir de ahí, Los Ángeles construyó su propio discurso, sobre todo a partir de la aparición de la banda punk X. Pero tratándose de una ciudad como esa, lo que había era mucha competitividad. No necesariamente entre las bandas, era más bien la gente, todos intentando molar más que nadie”.

La primera foto que vendió fue publicada en el New York Rocker, un periódico mensual que servía lo mismo como altavoz para los nuevos grupos y artistas neoyorquinos que para los de California o Inglaterra. Los elegidos fueron los Mumps, un grupo que, por circunstancias de la vida, jamás logró superar el estatus de grupo subterráneo. Ni siquiera ayudó el hecho de que tuvieran como líder y vocalista a Lance Loud, que un par de años antes había protagonizado, junto con el resto de su familia el primer reality de la historia, An American Family, donde aprovechó para anunciar ante millones de espectadores su homosexualidad.

“La foto está tomada en el Starwood. Rob Duprey, el guitarrista, me pegó una patada en el pecho, pero eso no me disuadió de seguir disparando. No fue algo personal, formaba parte del espíritu de las actuaciones en aquel momento, aunque años después Rob se disculpó y me dijo que aquel día se comportó como un gilipollas”, explica. En cuanto al New York Rocker, lo que hacía era enviarles fotos y esperar a que contestaran si querían publicarlas. “Desde el primer momento fue la publicación más influyente para mí. Me consiguieron un pase de prensa, lo cual sonaba a chiste porque era evidente que nadie lo iba a dar por válido. Eran geniales. Incluso se disculparon porque solamente podían pagarme 10 dólares por una foto publicada en portada. Como si a mí eso hubiera podido importarme”.

Los años californianos sirvieron para que perfilara tanto su estilo —blanco y negro— como su dirección artística. Es raro ver alguna foto de una estrella convencional firmada por Arnoff. Su catálogo de retratados está lleno de grandes figuras, pero todas ellas provienen de latitudes donde crecen artistas que imponen sus propias normas. Disparos en la oscuridad es un libro que también debe ser visto como un decálogo creativo. Un catálogo de talentos surgidos y forjados desde los márgenes. Nick Cave, por ejemplo. En las imágenes de Arnoff lo vemos cuando todavía se revolcaba con sus demonios. Aquí lo vemos en solitario y cuando todavía formaba parte de The Birthday Party.

Tenemos también a Lydia Lunch, sola o en compañía de cómplices de fechorías como el propio Cave o Exene Cervenka, la cantante de X. También están The Bags, The Damned, Fuzztones, Alex Chilton, Heartbreakers, Blondie, Nico, Captain Beefheart, John Cale, Ian Dury, Roky Erickson... Uno de los fotografiados, Peter Perrett, afirma en el epílogo que las imágenes de Arnoff consiguen atrapar la esencia de las personas en situaciones espontáneas: “Esa era la intención y le doy las gracias a Peter por explicarlo de una manera tan concisa. Yo no sería capaz”.

En la categoría de fetiches del fotógrafo destacan The Cramps, que, después de haber trabajado con él en varias sesiones, lo eligieron para que ilustrara la portada de su primer álbum. Cuando se citó con el grupo para enseñarles los resultados, ya había descartado una serie de imágenes. “Entre ellas había una que no me gustaba porque para adaptarla a las proporciones de la portada de un álbum había que recortarla casi un 75 por ciento. Pero sobre todo la descarté porque la expresión de Lux [Interior, cantante] resultaba un poco tonta. Pero Ivy [Rorscharch, guitarra] y Lux la vieron y les gustó. Esto me sorprendió y emocionó a partes iguales. Tenían más fe que yo en mi propio trabajo”.

Esa imagen es hoy parte indisociable de uno de los grandes álbumes de todos los tiempos. Songs The Lord Taught Us (1980) supone también un punto y aparte en la obra del fotógrafo, ya que es uno de sus pocos trabajos en color. “Había imágenes en blanco y negro que me gustaban mucho más. Si hubiesen elegido una de esas la habría coloreado a mano. Espero poder usarla si mi proyecto de sacar un libro de fotos de los Cramps consigue materializarse”, afirma. Bryan Gregory, primer guitarrista de Cramps, también aparece fotografiado en el libro cuando ya no formaba parte del cuarteto. Según publicó New York Rocker en su número de septiembre de 1980, Gregory abandonó al grupo en medio de una gira, sin mediar explicación.

Con él se marcó también la técnica de luces del grupo, Andrella Canne, con la que un par de años después formaría el grupo Beast. Todo esto contribuyó a alimentar el rumor de que ambos se habían unido a una secta satánica. Arnoff, amigo de Gregory, asegura que aquello solamente fue un coqueteo: “A Bryan le interesaba el ocultismo. Nada serio y, desde luego, nada de cultos”. Dicha leyenda también se vio favorecida por el hecho de que el guitarrista apareciera semidesnudo y con una serpiente alrededor de su pene en la revista No Mag [sin relación alguna con la revista homónima que se hacía en Nueva York y que giraba en torno a la no wave].

Arnoff, autor de los retratos, explica la historia: “Bryan me pidió fotos porque quería convertirse en un presentador de películas de terror en televisión al estilo Ghoulardi, cosa que nunca logró. Pero de ahí salieron fotos muy buenas que hicimos en el apartamento que compartía con Andrea. Por aquellos días, No Mag quería que su fotógrafo le hiciera fotos desnudo, y él accedió a condición de que las hiciera yo. En dos o tres de ellas salía Michael, su serpiente”. Stiv Bators también posó para la cámara de Arnoff y ambos terminaron haciéndose amigos. Él fue en parte el responsable de que terminara instalándose en Londres.

“Fui a Londres por primera vez en 1972 y allí me sentí como en casa, mucho más de lo que nunca me sentí en Los Ángeles. La diferencia entre ambas ciudades es la misma que fotografiar en color o en blanco y negro, y es evidente cuál de las dos prefiero. En 1984 estaba quedándome en casa de Stiv en Portobello. Le pedí que pusiera mi nombre para la lista de invitados de un bolo de Flesh For Lulu y Scientists, y en la cola conocí a la que se convertiría en mi compañera. A ninguno de los dos nos gustaba Los Ángeles y nunca nos planteamos vivir en un sitio que no fuera Londres. Así que aquí estamos, felizmente casados y manteniendo la amistad con la gente de aquellos dos grupos”. Bators, que falleció en París en 1990, es uno de los muchos amigos fallecidos —cincuenta, para ser exactos— a los que Arnoff homenajea en su libro. “Quizá para la próxima edición yo sea el número cincuenta y uno”, bromea el fotógrafo.