El agricultor tenía escolta y vehículo blindado que no usó el día del crimen. El principal sospechoso es un extorsionador de la zona y portaba una credencial de la asociación de citricultores
El asesinato de Bernardo Bravo Manríquez ha confirmado al campo que alzar la voz para denunciar extorsiones del crimen organizado trae graves consecuencias. El presidente de la Asociación de Citricultores del Valle de Apatzingán, que apareció con impactos de bala en la cabeza, contaba con tres escoltas y un vehículo blindado, pero no los usó el día del crimen. Las autoridades investigan la camioneta Toyota Tacoma color gris en la que apareció el cuerpo, propiedad de Bravo, pero que no solía manejar para sus reuniones. El único detenido por el caso, Rigoberto López Mendoza, está identificado por la