Una pequeña empresa francesa diseña platos silenciosos para facilitar la vida en los comedores comunes y luchar contra una de las causas del agotamiento de los trabajadores: el ruido

En el comedor escolar del colegio Louise Weiss, en la ciudad francesa de Roanne, la hora del almuerzo suena diferente. Suenan las voces de los niños, claro, pero un ruido tradicional ha desaparecido. Aquí los platos no chocan, apenas resbalan, y los empleados de cocina ya no necesitan alzar la voz para hacerse oír. En el centro de esta calma inédita está Quiet, una empresa que ha decidido que el silencio también puede llevarse a la mesa . Sus platos silenciosos, fabricados en Francia con el respaldo del Centro Nacional de Investigación Científica y una técnica patentada, se extienden por comedores del país

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