En Huauchinango, un pueblo escondido entre la neblina y las montañas de Puebla, el dolor y la fortaleza caminan por las mismas calles inundadas. Los vecinos aún cavan entre el lodo donde antes había casas, buscando a los desaparecidos por nombre y por memoria. Mientras México cuenta a sus muertos, sus desaparecidos y los daños que dejaron las lluvias de octubre, una verdad emerge como el agua misma: la resiliencia no es un plan, y la recuperación sin políticas es solo resistencia.

Nombres en el lodo

En el barrio Santa Catarina, Abigail Cruz García no se ha ido desde que el cerro se deslizó y sepultó la casa de su familia. El deslave llegó tras días de lluvia incesante—un sonido cotidiano que se volvió fatal. Ella sigue llamando a sus dos familiares desaparecidos: su sobrino Lázaro Gallos

See Full Page