Alejandra Sigala Ciudad de México / 21.10.2025 10:00:00
Al hablar de un niño o una niña bully usualmente se afirma que proviene de un entorno familiar donde sufrió violencia. Pero no son sólo los golpes o las groserías las que pueden orillarlo a ese comportamiento: la indiferencia, las descalificaciones disfrazadas de broma y el autoritarismo repercuten de la misma manera que un manotazo, mentada de madre o patada.
“Es un síntoma social que se traduce en fallas tanto en los lazos, como en la transmisión emocional, desde los primeros vínculos. (...) No necesariamente proviene de una familia disfuncional como a veces creemos, también de un entorno donde el afecto no logre tramitar la frustración y no exista una gestión emocional que permita tener una cierta tolerancia a