"No quiero perder el tiempo", dijo el martes, en tono despectivo, Donald Trump , cuando los periodistas le preguntaron acerca del inminente, luego cancelado, encuentro de Budapest con su homólogo ruso, Vladímir Putin . Y es que, tras la llegada del magnate neoyorquino a la Casa Blanca, las otrora reverenciadas y mediáticas cumbres entre las dos superpotencias nucleares, que durante la Guerra Fría del siglo XX se preparaban con meticulosidad y mediante una pléyade de reuniones previas de funcionarios, expertos y 'sherpas' de ambos bandos, en una atmósfera presidida por la corrección y la cortesía diplomática , se asemejan ahora más a una transacción inmobiliaria a cara de perro, o mejor, a una negociación entre tiburones empresariales , con desplantes, salidas de tono, farol
¿Por qué Trump no quiere ahora reunirse con Putin? Las razones que han 'pospuesto' la cumbre de Budapest

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