Cuando el presidente de EE.UU, Donald Trump, colgó el teléfono después de su conversación con su homólogo de Rusia, Vladimir Putin, la semana pasada, estaba tan convencido de que se había logrado suficiente progreso que anunció que pronto se dirigiría a Budapest para una cumbre presencial para avanzar hacia un cese del fuego en Ucrania.

Cinco días después, la cumbre fue cancelada y se anunciaron nuevas sanciones contra Moscú —las primeras del segundo mandato de Trump—.

Lo que sucedió en el medio fue una realización gradual por parte del presidente y de altos funcionarios de que la postura de Putin sobre el fin de la guerra no había cambiado significativamente desde la última vez que ambos se reunieron en una base aérea estadounidense ,en Alaska, según funcionarios estadounidenses.

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