En la grave y muy azarosa situación que se vive hoy con Donald Trump han quedado al descubierto dos versiones de Gustavo Petro. La primera es la del gobernante que padece del síndrome de Nerón, aquel emperador acusado de haberle prendido fuego a Roma y que quedó inmortalizado en la historia como el ejemplo de que el poder y la megalomanía consumen a los gobernantes.
Eso es lo que piensa, por ejemplo, el expresidente Iván Duque, quien asegura que Petro busca la debacle de las relaciones con Estados Unidos, pues “al no tener legado, quiere ver todo incendiado: las relaciones diplomáticas, el comercio, la seguridad, el acceso al financiamiento. Quiere victimizarse y utilizar esto como un factor de polarización de cara a la elección de 2026”.
Pero hay otro Petro: la versión que él cree de s

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