El Gobierno de ha vuelto a poner sobre la mesa un debate que regresa puntualmente con cada cambio de hora: la posibilidad de poner fin a la costumbre que altera los relojes de los españoles dos veces al año. La propuesta, que el Ejecutivo pretende elevar a una discusión en el ámbito europeo, busca acabar con una práctica que muchos consideran anacrónica y perjudicial para el día a día de los ciudadanos.

De hecho, los argumentos esgrimidos desde apuntan a que las razones que en su día justificaron esta medida, principalmente el ahorro energético, han perdido gran parte de su peso en el contexto actual. A esta mermada eficacia se suman, según la postura del Ejecutivo, los trastornos que los cambios horarios provocan en los biorritmos de la población, afectando al descanso y al rendimien

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