A las nueve en punto de la mañana, el sol bajaba por la calzada de la Trinidad como una ventana abierta al cielo. La plaza de San Pablo despertaba entre destellos dorados, mientras el barrio, con su rumor de sábado y su alma cofrade, se vestía de fiesta. Las flores en la fachada de la iglesia perfumaban el aire y la banda de la Trinidad ponía el lenguaje universal de la música a una jornada que sonaba a promesa. Cuando se abrieron las puertas del templo, la luz se coló en la corona de la Trinidad como un incienso nuevo: limpio, cálido, esperanzado. Así comenzaba el acto litúrgico en honor al 25 aniversario de la coronación de la Virgen .

La misa, al más puro estilo de la del alba, fue símbolo de lo que aguarda al nuevo pastor de la diócesis. José Antonio Satué presidía su prim

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