Por: Karla Zárate 25/10/2025 01:00:00
En la Inquisición me quemaron viva por bruja, prostituta y malnacida. En la hoguera bailé una danza sicalíptica y seduje al mismo Tomás de Torquemada. Mis restos se esparcieron en el viento y germinaron en rosas moradas, sin espinas, que renacieron una y otra vez. En otros tiempos fui un hombre que, en medio de la plaza central, se roció con gasolina. Nadie me detuvo, no entendieron mi mensaje de protesta. Lo único que quería era amor, paz y justicia para todos.
Un día de septiembre volví a arder, esta vez por dentro. De mis poros emanaba un vapor que empañó los espejos, cortó el aire, el humo cubrió el espacio por completo. No hubo chispa externa, ninguna mano prendió un fósforo, tampoco el sol se coló por el cristal para encenderme con la foca

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