Si hay un alimento capaz de unir a medio planeta, ese es la  pasta . En cualquiera de sus formas —larga, corta, rellena o fresca— este clásico italiano ha traspasado fronteras y se ha adaptado a cada cultura sin perder su esencia. Hoy, en el  Día Mundial de la Pasta , rendimos homenaje a uno de los iconos más versátiles y deliciosos de la gastronomía mundial.

Pero, ¿sabías que no todas las pastas se preparan igual ni se acompañan con las mismas salsas? Detrás de un simple plato de spaghetti o ravioli hay siglos de tradición y una ciencia que los italianos se toman muy en serio.

La pasta fresca: textura, huevo y tradición

La  pasta fresca  es la más artesanal y probablemente la más venerada en Italia. Su masa se prepara con  harina y huevo , y a veces con un poco de agua para darle elasticidad. El resultado es una textura más suave y un sabor más intenso, perfecto para recetas donde la salsa no es la protagonista, sino un acompañante.

Entre las variedades más clásicas destacan los  tagliatelle , las  pappardelle , los  fettuccine  o los  capellini , ideales para combinar con salsas cremosas o ragús de carne. En cambio, la  pasta fresca sin huevo  (elaborada solo con sémola y agua) es más ligera y común en el sur de Italia, especialmente en regiones como Apulia, donde nacieron las  orecchiette  y los  cavatelli .

El truco está en el grosor y la porosidad: la pasta fresca absorbe mejor las salsas, lo que explica por qué en Italia cada formato tiene su receta perfecta.

La pasta seca: la reina del día a día

La  pasta seca , la que solemos encontrar en los supermercados, se elabora con  sémola de trigo duro y agua , y se seca lentamente para conservar su forma y su textura al cocinarla. Puede ser  larga  o  corta , y dentro de esta última categoría se esconde una diferencia clave: la superficie.

Las pastas  lisas  —como los  maccheroni  o la  calamarata — son ideales para salsas suaves, que se adhieren sin saturar. En cambio, las  estriadas o rigate , como los  penne rigate  o los  rigatoni , tienen una superficie rugosa que atrapa mejor los condimentos densos, como una buena salsa boloñesa o un pesto.

Otra ventaja de la pasta seca es su durabilidad: puede conservarse durante meses sin perder calidad, lo que la convierte en una compañera infalible de despensa.

La pasta rellena: arte dentro de una masa

Si hay una categoría que despierta pasiones, es la de la  pasta rellena . Su origen se remonta a las casas del norte de Italia, donde cada familia preparaba sus propios rellenos para las celebraciones.

Los  ravioli  son los más conocidos: pequeños paquetes cuadrados sellados con huevo y rellenos de carne, queso o verduras. Les siguen los  tortellini , con su forma de anillo, tradicionalmente servidos en caldo ( tortellini in brodo ).

Los  agnolotti , típicos del Piamonte, tienen forma de media luna y se rellenan de carne estofada, mientras que los  cappelletti , cuyo nombre significa “pequeños sombreros”, son más compactos y se sirven en sopas o caldos.

Cada región tiene su propia versión: en Lombardía están los  panzerotti , con queso fundido en su interior; en Emilia-Romaña, los  cannelloni  y  manicotti , tubos rellenos que se hornean con salsa de tomate y bechamel.