Las flores de la lengua de suegra no son un mito: existen, son fragantes y aparecen en espigas altas con corolas blanquecinas o verdosas. En interior, el fenómeno es infrecuente y suele asociarse a cierto “descuidado calculado”. La clave es imitar señales que la planta interpreta como urgencia reproductiva -sin dañarla- y acompañarlas con buena iluminación y nutrición estacional.

El primer requisito es el tiempo: las plantas juveniles rara vez florecen . A partir de los dos años, y especialmente cuando el cepellón ocupa casi todo el contenedor, aumentan las chances. Ese leve apretamiento radicular “avisa” que no hay espacio para crecer y favorece la inversión de energía en flor y semilla. Todo, con vigilancia para evitar deterioro foliar.

La luz manda. En rincones sombríos sobrevive

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