La Segunda Guerra Mundial provocó una hecatombe de entre 85 millones de muertos, según la ONU (20 millones de soldados y 60-65 de civiles), y 100 millones, según «National Geographic». En contraste, de 1945 hasta hoy, la suma de todas las víctimas de todos los conflictos posteriores –incluyendo Corea, Vietnam, Irak o las guerras civiles en Líbano y Siria, por citar solo algunos– apenas supera el 5% de aquel total.
El orden mundial surgido en 1945, apuntalado por la doctrina de la Destrucción Mutua Asegurada (MAD) y una disuasión armada permanente, ha sido en gran medida responsable de que el mundo no se autoaniquilase. Esto provoca una sensación de sentimientos encontrados, similar a la que definía el genial cómico angloamericano Henny Youngman: «Ver cómo se despeña tu suegra en tu flaman

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